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La Chola Paceña
Por ANTONIO PAREDES CANDIA De Tradición Paceña (fragmentos).


La chola, esa individualidad que tanto ha preocupado a sociólogos, novelistas, escritores y artistas en general del país o que visitaban el país, es uno de los pilares firmes de la nacionalidad boliviana. En ciertos aspectos, la chola, a lo largo de la geografía boliviana, es mujer que unifica sus cualidades, por ejemplo en su capacidad increíble para el trabajo, en su tempera
mento apasionado, o su profundo concepto de sacrificio, y en otros difiere de acuerdo a la región a que pertenece. Es única la altanería de la chola paceña, que a veces llega a la agresividad; o el garbo y refinamiento de la chola chuquisaqueña, remedo de la manera de ser de las clases altas de ese departamento; o la dulzura y humildad de la chola cochabambina, o la adustez y el espíritu progresista de la chola potosina; o el ingenio y la coquetería de la chola tarijeña; la chola orureña tiene tanto de la paceña como de la cochabambina y algo de la potosina.
La chola, tipo popular de nuestra sociedad que actualmente su expansión ha llegado a los llanos orientales del país; llevando con su figura, traje y sociología, su infatigable amor al trabajo. Ella es la ciudadana que va integrando el país, ayudando a la formación de una nación homogénea. Históricamente siempre ha jugado un rol preponderante.

LA CHOLA PACEÑA
La chola paceña, voluntariosa, generalmente incisiva en su parla cotidiana, y melosa cuando tiene interés de obtener algo, es el alma de su hogar y en quien radica la economía de su familia. Su historia se enraíza en los albores de la República, fue chola y de la más rancia estirpe la jubonera Simona Manzaneda que luchó en la guerra de la Independencia altoperuana, y sufrió vejámenes, humillaciones y hoy se la recuerda como a una heroína. El alma bravía de la chola aflora en las revoluciones y cuando no participa de personaje luchador, oficia de enfermera o ayudando a resguardar cadáveres, o dando con su presencia ánimo a los combatientes. Así demostró en las dos últimas revoluciones sangrientas: en el 21 de julio de 1946 y en el 9 de abril de 1952. Se portó como una auténtica heroína, era la mujer múltiple: enfermera, aguatera y muchas veces, con el fusil en la mano, defensora de una barricada.
Esta mujer sui–géneris en el vestir y de una sicología tan enrevesada, donde los contrastes emocionales chocan a cada instante, es la chola paceña.
Hasta poco tiempo atrás era la mestiza más fisonomizada de nuestra sociedad. Antiguamente formaba una categoría social definida y auténtica, que hoy, merced a la evolución de nuestra sociedad no siempre es la hija de la nativa y el blanco, sino la mujer avecindada en las capitales, que se ha visto forzada a cambiar de traje para su mejor desenvolvimiento.
Hoy como ayer, es la mujer que tipifica a nuestro pueblo citadino; brava en la pelea, tierna en el amor, sacrificada como madre e incansable para el trabajo. Ella ama u odia con la misma intensidad, no conoce los términos medios y por eso es sincera.

Unknown sábado, 28 de enero de 2012
El nuevo status social de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”
Cesar Llanque

La “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” en la actualidad pasan un momento sociológico y cultural importante que implica definirla no simplemente desde el punto de vista de la última moda en su vestimenta (la ropa, las joyas y los maquillajes) con los cuales se caracteriza y se caracterizó hace bastante tiempo.
Los últimos espacios laborales (que denominamos las “instituciones laborales-profesionales relevantes”), donde actualmente se visibiliza a este sujeto social, a la par de hallarla principalmente en las instituciones de formación profesional, juntamente con el “habitus de chola paceña” que posee y comparte en alguna medida con sus coetáneas –como la “chola paceña originaria” o la “chola circunstancial”–, elementos que ellas involucran, nos conducen por el camino de la reflexión, el análisis y la propuesta analítica de adjudicarle, nuestro objeto de investigación, un “NUEVO STATUS SOCIAL” como síntesis de todos los elementos, capitales de los cuales se imbuye la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”.
Una “chola paceña mestiza” y una “chola paceña urbana” que atañen problemas a la hora de definirla con una identidad, al mismo tiempo que se problematiza la noción de moda que tiene que ver con el tema cultural, por que su consumo y/o uso cultural de ciertos bienes, por que las maneras de pensar y repensar su propia realidad, respecto los status y roles donde se ubica involucran aspecto de la modernidad como de las costumbres y/o tradiciones más añejas.

Introducción
En la actualidad el tratar de hallar fenómenos culturales (sujetos, grupos sociales, comunidades, etnias, etcétera) con las particularidades culturales inalteradas nos remitirían a tener que buscar en los últimos confines de la imaginación, del recuerdo, o en los relatos de la abuela.
Observo y al mismo tiempo reflexiono una fotografía de la etnia de los ARAONAS, situados (una parte de ellos) en el extremo norte del departamento de La Paz: con su respeto cultural
a toda el área natural que les rodea; con sus tótems sagrados cargados de espiritualidad; con una practica política que solo recae en los hombres; y al mismo tiempo con la ausencia de su vestimenta típica pero con la franca adopción de la ropa occidental, llama a la reflexión, a pensar que, por lo menos un rasgo cultural se halla en nítida desaparición: la vestimenta originaria con la cual ellos (antes del contacto con el mundo occidental) se vestían.
Evidentemente el concentrar nuestra atención (no totalmente), nuestras entrevistas en cholas paceñas conocidas en el medio publico (por medio de la televisión –en programas folklóricos, en programas intelectuales de discusión de la situación política actual–; por medio del cargo institucional publico que ellas ocupan por ejemplo en el Gobierno Municipal de La Paz; o por que se destacaron en festividades folklóricas; etcétera) haría pensar que la investigación gira en torno a destacar a las cholas paceñas que (conocidas y reconocidas de alguna manera en espacios laborales) lograron acceder a espacios de desenvolvimiento profesional, de trabajo, por lo cual ellas incorporan los maquillajes en su fachada personal para hallarse más presentables en su espacio de trabajo, por una parte, esta es la perspectiva
de investigación que tiene el presente trabajo. Pero por otra lado. Nos abocamos a estas cholas paceñas que se desenvuelven en espacios institucionales públicos por medio de los cuales son conocidas y reconocidas por la sociedad, por que justamente la “fachada personal”,
de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” al presentarse en espacios públicos titucionales, escénicos o de pasarela, de elección, festivos, etc.), es consumida, es capturada,  es radiografiada, por los ojos observadores de la sociedad, del grueso popular: ojos que no pasan por alto el admirar, cuestionar, o el hallarse en desacuerdo, con la nueva imagen, con el nuevo rostro que presentan estas cholas. Nueva imagen por que precisamente estas “cholas paceñas mestizas” y las “cholas paceñas urbanas” incorporan elementos nuevos a la tradicional presentación de la chola paceña, en otros términos, una de las génesis que genera esta nueva y actual presentación de la chola paceña son precisamente estas cholas que se manifiestan en espacios, contextos sociales donde no pasan desapercibidas por la misma situación cultural moderna con la que tienen contacto.
Una nueva presentación de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” en contextos, espacios sociales formales y lúdicos que principalmente captan la atención, atraen el interés, seduce al uso y gusto de las cholas paceñas más adolescentes o jóvenes (las cholitas) del área urbana –pero cae con mayor impresión, pensamos, en las adolescentes o jóvenes cholitas– también del área rural que genera esta a la última moda de alguna manera particular, por ejemplo utilizando estos nuevos elementos como son los maquillajes y la vestimenta de última.

Aspectos teórico metodológicos
La “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” en las “instituciones laborales-profesionales relevantes”.
Uno de los principales fenómenos y/o hechos sociales que en estos últimos tiempos se esta produciendo es la singular participación democrática de la diversidad de géneros (principalmente el género femenino) en las instituciones públicas y privadas como espacios de trabajo y/o desenvolvimiento profesional. A este respecto una “laguna genérica femenina” específica, acentúa su participación en las “instituciones laborales-profesionales relevantes”: estamos hablando de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” (como sujetos singulares) que conforman un grupo social femenino concreto. Grupo social femenino concreto pero al mismo tiempo abigarrado (como lo comprendería René zavaleta) por que su participación, como sujetos que movilizan fuerza de trabajo, hasta la actualidad solamente se remitía –y se continua remitiendo– con mayor visibilidad en los espacios familiares como trabajadoras del hogar; también como personal de servicio y/o atención en las tiendas de comercialización de productos; pero sobre todo como comerciantes y/o vendedoras de productos en, y desde, los mercados más populares hasta los mercados ubicados en las zonas residenciales; pero al mismo tiempo como sujeto social que moviliza fuerza de trabajo en el área rural en las labores que le implican a esta zona no le es ajena; finalmente en “instituciones laborales-profesionales relevantes” de la vida publica y privada.
Otrora no se hubiera imaginado la participación significativa de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” como tal en espacios públicos y privados relevantes como en las instituciones del Estado, en la Cámara de Diputados y/o Senadores; o las instituciones que se descentralizan del Estado como el Gobierno Municipal de La Paz, y con más vigencia en los medios de comunicación, y pienso con más insistencia en los sindicatos de los mercados, pero cómo pasar inadvertida la participación –en este año– de la chola paceña por la Corte Superior de Justicia del Distrito de La Paz con el cargo de Juez Instructor –específicamente para la región de los Yungas– estamos hablando de la señora Amalia Morales Rondo de profesión abogada, con una experiencia de más de 12 años, es una situación particular, relevante pero ejemplificadora de cómo la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”
actualmente se posiciona y/o incursiona en “instituciones laborales-profesionales relevantes” de nuestra sociedad.


Nuestro objeto de investigación: el nuevo status social de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”.
Desde estas puntualizaciones previas podemos especificar que nuestro sujeto social de investigación es aquella “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” (con sus respectivas características socio-culturales: o su “habitus de chola paceña”) que se caracterizan por (el hecho social) de desenvolverse en “instituciones laborales-profesionales relevantes” que en los últimos tiempos en definitiva origina (el qué, nuestro objeto de investigación) el analizar la producción de un NUEVO STATUS SOCIAL, que genera una nueva forma de concebir (conceptuar) a la “chola paceña mestiza” como a la “chola paceña urbana”, que –según el aná-lisis pertinente– no se expresa simplemente en la “fachada personal” si no que se toman en consideración otros antecedentes que le competen (actualmente). Dos fenómenos sociales [la “chola paceña mestiza” como la “chola paceña urbana” y las “instituciones laborales-profesionales relevantes”] que generan que reflexionemos, analicemos para que posteriormente dilucidemos la producción de un nuevo status específico, un status social que –por una parte, a la par de nuestro objeto de investigación central– se traduce en la propia vestimenta y –por otra parte– en los nuevos elementos que adjunta (la chola paceña) en su presentación en la vida cotidiana.
Puntualizando la sugerencia de la idea de la “fachada personal de la chola paceña” que implica tres fenómenos sociales puntuales, los desglosaremos de la siguiente forma. El primer tema que no podemos pasar por alto, es la incorporación (el uso) de los maquillajes por parte de la chola paceña ya no simplemente en y por las necesidades más “formales” que demanda
el espacio de trabajo: si no una incorporación del maquillaje en el semblante de la chola paceña en circunstancias sociales más lúdicas y de la vida cotidiana (como festividades, principalmente; acontecimientos sociales privados; etc.) como una manera mas de reafirmar el status social que ella posee. El segundo tema tiene que ver con la moda actual que se refleja en la vestimenta con la que se engalana la chola paceña: una ropa que implica adquirir las telas –para la manta, la pollera, las enaguas, las blusas– fabricadas en el exterior, como en el contexto artesanal boliviano, que presentan ciertas peculiaridades novedosas, exclusivas año tras año para que las chola(s) paceña(s) la(s) presente(n), principalmente, en La Entrada Folklórica del Señor Jesús del Gran Poder y en la Festividad de la Virgen del Carmen, de la zona 16 de julio, atuendo(s) que por otra parte también es –o son– presentado(s) en las “instituciones laborales-profesionales relevantes” que guía la reflexión por destacar una “moda particular” para cada una de las “cholas paceñas mestizas” y las “cholas paceñas urbanas” que se sitúan en estos espacios de trabajo, sumándose a todo lo anterior los estilos de zapatos y sombreros con estilos particulares. Finalmente, la tercera puntualización, una última moda en las joyas que mandan a realizar las cholas paceñas a los orfebres de acuerdo a las exclusividades conceptuales que se quieren reflejar a la hora de usarlos. Una fabricación exclusiva, distinta que se explicita en la orfebrería de la chola paceña (inverso a la producción extranjera de las telas para chola) que involucra la habilidad creativa y productiva de orfebres nacionales (bolivianos), paceños, pero que al mismo tiempo –orfebres– que toman en consideración los inventos, los significados que las propias “cholas paceñas mestizas” y las “cholas paceñas urbanas” crean para un conjunto exclusivo de joyas personales, que desde otro punto de reflexión son las necesidades simbólicas de distinción y consumo cultural propio de las cholas paceñas que se destacan en estas instituciones laborales.


Marco teórico conceptual versus los datos empíricos de la investigación
Una de las primeras nociones conceptuales que debemos de tomar en cuenta es la idea del mestizaje. Para el contexto social actual, y en particular para el contexto de la “chola paceña mestiza” y también para la “chola paceña urbana”, nos parece pertinente, significativo y concreto la noción que lanza Peredo Beltrán sobre la temática del mestizaje, a saber que:

«... cuando hablamos de mestizaje cultural, lo hacemos desde la perspectiva de las concepciones pluralista y hegemónica: pues asumimos que en nuestra sociedad existen diferentes códigos de comportamiento y sistemas de valores que se interrelacionan entre sí en el marco de relaciones de dominación de una pretendida cultura dominante (la occidental), con una cultura dominada (la andina), generando subculturas y contraculturas en los poros de la sociedad que pueden constituirse o no en referentes contestatarios a lo dominante.» (Peredo, 2001: 29.

Es pertinente que sugiramos la denominación “chola paceña mestiza” como “chola paceña
urbana” por que son dos especies de subculturas sociales por el hecho de que adoptan una
serie de características del mundo moderno (o de la cultura occidental) en relación con los
propios orígenes culturales que posee (el idioma aimará, y otros). Para el caso concreto de
la investigación que realizamos la “chola paceña mestiza” como la “chola paceña urbana” fundan el hecho de poseer en alguna medida compartido un “habitus de chola paceña” al mismo tiempo que se posicionan, o se involucran, en las “instituciones laborales-profesionales relevantes”, hace no poco tiempo espacios exclusivos para personas y grupos sociales exentas o fuera del alcance del circulo social femenino de la chola. Adoptando ciertas particularidades en su “fachada personal”, ya no propios o exclusivos, de las señoras de vestido: los maquillajes, que hacen un nuevo concepto de ella. Al mismo tiempo destacándose en sus joyas, diseños (imágenes) propias de la modernidad, sin dejar de lado los estilos coloniales que se continúan elaborando. Y que no decir de las telas, paños, o lienzos de los que se confecciona la vestimenta de la “chola paceña mestiza” y de la “chola paceña urbana”, telas importadas de otros países, pero con las mismas imágenes de flores o plantas, aves, que les caracterizo y les caracteriza en la actualidad.
Si hace más de cien años las joyas de las cholas paceñas hacían referencia exclusiva a diseños e imágenes como aves, plantas, ramas, o flores, en la actualidad las joyas incorpora en sus diseños a otras imágenes que ya se hallaban presentes en la naturaleza pero que no eran tomados en cuenta, pero que en la actualidad son reproducidos en las mismas joyas, como ser: el mundo, animales que guardan un significado especial y particular (como el elefante: que trata de reflejar precisamente la danza pesada de la morenada o desde un punto de vista metafórico el capital económico encumbrado con el que se viste la chola paceña), fenómenos celestes como el sol o la estrella, o el signo del dinero de otro país, etc. evidentemente encontramos innovación (en el proceso de fabricación) que implica mayor complejidad pero al mismo tiempo hallamos incorporación de nuevos elementos en el diseño de las joyas.

El nuevo status social de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” desde la perspectiva de Niklas Luhmann
La siguiente perspectiva teórica nos posibilitará tener un punto de vista (en dirección de identificar el NUEVO STATUS SOCIAL DE LA “CHOLA PACEÑA MESTIZA” Y LA “CHOLA PACEÑA URBANA”) científico, sistémico para comprender nuestro objeto de investigación desde el punto de vista teórico que Niklas Luhmann posee: que desde la sociedad en su generalidad desciende a lo más particular del sujeto inmerso en la misma colectividad. Luhmann conceptualiza la idea de sistema como:
«...un conjunto de elementos interrelacionados entre sí, cuya unidad viene dada por la
interacción de estos elementos y cuyas propiedades son siempre distintas a las de la suma
de las propiedades de los elementos del conjunto...» (Luhmann, 1996: 17.

Entonces como uno podrá apreciar: para el grupo social de la “chola paceña mestiza” como para la “chola paceña urbana”, ambas contemporáneas, éstas poseen un conjunto de elementos que se relacionan entre sí, la “chola paceña mestiza” como la “chola paceña urbana” poseen un capital social, (una “unidad” mayor) como producto de los diversos elementos (o sub-capitales) de los cuales se hallan imbuidas o con los que tiene contacto, que llegan a producir un concepto, un capital, más cabal de estas mujeres. Un punto de vista real es nuestra argumentación, cuando Elizabeth Peredo Beltrán destaca en su investigación de las RECOVERAS DE LOS ANDES que: simplemente realizar una valoración que se asiente únicamente sobre las prendas de vestir que usan las cholas y las mujeres de vestido para definir un status dentro del mercado (por que la investigación de Peredo Beltrán se asienta en este espacio) no es suficiente “para marcar un status” entre ellas.
«...La pollera o el vestido, el tipo de pollera, asociados a otros factores como la antigüedad,
el dinero, el manejo del castellano, el color de la piel, las relaciones con clientes o sectores
de la clase media acomodada y otros constituyen combinados un elemento de diferenciación
y jerarquía dentro del mercado. Solos, en sí mismos, no tienen un valor absoluto dentro
de su propio mundo.»(Peredo, 2001: 111.)

En este sentido para el caso concreto de nuestra investigación: el NUEVO STATUS SOCIAL de la “chola paceña mestiza” como el nuevo status de la “chola paceña urbana” surge a partir de la relación que tiene con: las “instituciones laborales-profesionales relevantes” donde se desenvuelven (profesionalmente en la mayoría de los casos); en correlación con el capital cultural o el “habitus de chola paceña” que comparten en alguna medida; adjunto a la utilización de las joyas y el capital económico pudiente como marco referencial (producto del espacio laboral); a lo cual se complementan los elementos del maquillaje y la moda en su vestimenta. Todos estos aspectos enumerados tienen que ser reflexionados, exactamente, desde el punto de vista sistémico, por que la “chola paceña mestiza” como la “chola paceña urbana” si hacen uso (y gustan) de la última moda en las joyas y la vestimenta; adjunto a la utilización de los maquillajes; es precisamente por que se desenvuelven  en ciertos espacios sociales, espacios sociales que albergan una nueva forma de conceptuar a la “chola paceña mestiza” y a la “chola paceña urbana”, un capital social producto de muchos otros elementos particulares que se suman, se complementan, en su propio ser. Un claro ejemplo de esta situación se presenta en la Elección de la Cholita Paceña que lleva a cabo La Oficialía Mayor de Culturas. En el momento de la elección de la futura Cholita Paceña se evalúan cualidades como: la belleza que desprende la chola; su gracia a la hora de danzar en la pasarela; lo autóctono de ser una chola autentica y no una “chola circunstancial” en su modo de vestir y ser; a lo anterior, su particularidad de comprender y hablar la lengua aimará; etc.; etc.; etc. son todos los elementos de su entorno que se toman en consideración para ubicarla en un nuevo status social: la de Cholita Paceña, por ejemplo.
El NUEVO STATUS SOCIAL, de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, tiene
que ser producto (no únicamente desde el punto de vista de la utilización de las joyas) también se tiene que tomar en consideración la formación académica que adquirió en las instituciones de formación profesional. Aclarando un poco la noción, en el párrafo anterior destacamos la idea del “habitus de chola paceña” como aquel fenómeno social que involucra los distintos “habitus” sociales que pueden producir y reproducir tanto la “chola paceña originaria” o la “chola paceña mestiza” como la “chola paceña urbana” y la “chola circunstancial”, por que no debemos de olvidar que la posición social que encierra la chola proviene de todos estos aspectos: un status social producto de la importancia de todos esos factores que son posibles de sintetizarse en un“habitus de chola paceña” a manera de un producto social que reproduce un aspecto socio-cultural cualitativo específico de la realidad paceña (nacional, incluso internacional).

¿Se puede hallar una identidad unidimensional o una identidad pluridimensional?
En concordancia al tema del mestizaje, y más concretamente al punto de vista teórico sistémico de Luhmann, además, ¿podemos llegar a identificar la noción, o un tipo particular de identidad para la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”? Una idea de identidad que, desde el punto de vista del autor Stuart Hall, se puede destacar de la siguiente forma

«... El concepto de identidad aquí desplegado no es, por lo tanto, esencialista, sino estratégico
y posicional (...) en los tiempos de la modernidad tardía, están cada vez más fragmentadas y fracturadas; nunca son singulares, sino construidas de múltiples maneras a través de discursos, prácticas y posiciones diferentes, a menudo cruzados y antagónicos. Están sujetas a una historización radical, y en un constante proceso de cambio y transformación...»(Stuart
Hall, 2003: 17.)

Introducimos esta cita como preámbulo explicativo, al tema de la identidad, por que recisamente hallamos en nuestros sujetos de investigación (la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”), un cuerpo en el cual convergen distintas practicas de uso, respecto: materiales, objetos, vestimentas, adornos, status y roles que connotan la identidad de la chola paceña. Un cuerpo, un sujeto social que crea problemas a la hora de conceptualizarla, cuando se trata de hallar una identidad única en ella. Por esta razón hallamos un proceso de identidad dentro de un marco cultural en constante transformación: adopción de bienes, objetos (cosméticos), status y roles en la corporeidad de la “chola paceña mestiza” y “chola paceña urbana”, pero al mismo tiempo, hallamos, el mantenimiento de algunos rasgos y/o peculiaridades en su indumentaria que se mantienen desde hace bastante tiempo, con sus propias peculiaridades en la actualidad, pero por otra parte también evidenciamos la perdida
(la extinción) de otros aspectos que le caracterizaban a la chola desde los momentos de la colonia. En este sentido estamos hablando exactamente de una identidad “fragmentada y fractura”, por una parte, de lo tradicional, producto de “una historización radical” en procesos de transformación.
Una “historización radical” de la chola paceña, que implica el atarse a maneras, formas, modos de vestirse que sobrevive de una larga data no muy bien precisa, frente a maneras, formas o modos de hacer más bella su presentación en la actualidad en su propio estilo de vestirse, adjuntándole elementos que limpian, colorean, suavizan, protegen y embellecen la imagen que desprende la chola en su presentación: elementos de la propia modernidad a los cuales se accede y que en el pasado (pensamos de manera hipotética) eran restringidos solo al uso de las “damas”, “señoras”, “señoritas”, de vestido.
Desde estos puntos de vista no nos hallamos, ante la negación de la identidad tradicional u originaria que podemos hallar en otros espacios socio-culturales que respecto al tema podemos definirlo como la “chola paceña originaria” con su correspondiente “habitus”, pero sí
hallamos en el contexto urbano un concepto mas de la identidad de la “chola paceña mestiza” y “chola paceña urbana” que domina (que mínimamente tiene conocimientos de) las pautas (patrones) de comportamiento o conductas que imperan en la actual sociedad urbana a la par de otros tradicionales en el área rural.

Los “espacios sociales diferentes de acción”

Clarificando un poco los objetivos específicos de la investigación respecto la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” respecto la moda en el ámbito de la presentación en la vida cotidiana y en momentos determinados: la presente investigación halla los “espacios sociales diferentes de acción” que va de la mano con los “momentos circunstanciales” donde se desenvuelve nuestro sujeto de averiguación. Los “momentos circunstanciales” que tienen que ver, principalmente, con las festividades folklóricas [que se dan en la ciudad de El Alto y la ciudad de La Paz (como la Festividad de la Virgen del Carmen –Entrada Folklórica 16 de Julio– y la Entrada Folklórica del Señor Jesús del Gran Poder, y un largo etcétera)] que se ajusta (n), precisamente, al hecho de que existen mujeres (de vestido) hijas de cholas, y toda mujer en particular de vestido, que se viste de chola únicamente para acontecimientos folklóricos. No son fenómenos sociales problemáticos desde la perspectiva teórica de E. Goffman, ya que la cuestión de la presentación de la última moda en cuanto a vestimenta, en vigencia, o su puesta en escena como lo comprendería Goffman,  que también trae a colación el hecho de poder crear una distinción precisa entre una “chola circunstancial” y en el mejor de los casos frente a una “chola paceña urbana”, puede ser dilucidado desde la perspectiva de LA PRESENTACIÓN DE LA PERSONA EN LA VIDA COTIDIANA
A este respecto es E. Goffman quien destaca que el “medio” proporciona el normal flujo de la acción del ser humano, al mismo tiempo que:
«...Solo en circunstancias excepcionales el medio se traslada con los actuantes; vemos esto en el cortejo fúnebre, el desfile cívico y las fantásticas procesiones que integran el quehacer de reyes y reinas...» (Goffman, 1994: 34.)
El hecho de que el “medio” acompañe al actuante (en este caso la presentación folklórica de la danza de la morenada en o de una determinada fraternidad; la misma disposición de los bailarines; las peculiaridades de la banda de música; la misma disposición del publico como observadores; etcétera. O en el mejor de los casos que el “medio” llegue a estar constituido por el espacio laboral –la oficina, la habitación, el ambiente más todas sus características– respecto la actuación de la chola paceña) no atañe mayores dificultades desde la perspectiva de su actuación. Desde este punto de vista anterior el “medio” al constituirse en el espacio donde el actor expresa una serie de expresiones; actuaciones o acciones, la “fachada personal” agrega otros elementos que hacen más comprensible, más favorable, la actuación o expresión del actor, esos otros elementos que acompañan al actuante pueden estar compuestos por:
«...las insignias del cargo o rango, el vestido, el sexo, la edad y las características raciales, el tamaño y aspecto, el porte, las pautas de lenguaje, las expresiones faciales, los gestos corporales y otras características semejantes...» (Goffman, 1994: 35.

Unido al “medio”, la “fachada personal” problematiza ya no simplemente la actuación del actor, en este caso la actuación de la “chola paceña mestiza” y “chola paceña urbana”, más bien se desemboca en una contrariedad más profunda, a saber, el tema de la “apariencia” de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” que son comprendidas desde diferentes puntos de vista parciales por parte de la sociedad, más concretamente del publico observador (que se puede hallar en un acontecimiento folklórico, en una situación determinada o en un camino cualquiera). En este sentido muchos de los aspectos y/o características que Goffman atribuye a la “fachada personal”, para el caso concreto de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” pasan desapercibidos que por ende crean el otorgar a nuestros sujetos sociales de investigación un inexacto “status social” concebido solo como parte de la “apariencia”. Por que según Goffman la apariencia:
«...se refiere a aquellos estímulos que funcionan en el momento de informarnos acerca del status social del actuante. Estos estímulos también nos informan acerca del estado ritual temporario del individuo, es decir, si se ocupa en ese momento de alguna actividad social formal, trabajo o recreación informal, si celebra o no una nueva fase del ciclo estacional o de su ciclo vital...» (Goffman, 1994: 36.)

Con toda esta reflexión anterior se puede argüir que, la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, por una parte, no pueden portar explícitamente todos los elementos que le atañen a su “fachada personal”, pero es justamente todos esos elementos constitutivos de su “fachada personal” en la actualidad que al pasar desapercibidos no permiten vislumbrar la real “apariencia” de la chola paceña actual, reflejado en: un nuevo “status social” que pensamos esta en proceso de avance. Y son justamente esos elementos de la “fachada personal” como el cargo que ocupa en una “institución laboral-profesional relevante”; la vestimenta de última moda que porta; el nivel de formación académica-profesional; el “habitus de chola paceña” y otros elementos mas que nos deben de procurar identificar las distintas variables de cholas paceñas, y  para el caso puntual de nuestra investigación sobre la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” como dos grupos actuantes que de muchas formas llegan a sintetizar una apariencia precisa, sin dejar de lado la, evidente, posibilidad de compartir particularidades de su “apariencia” o de los elementos de su “fachada personal” con sus paisanas. Por que la reflexión contraria, no sistémica, nos posibilitara también identificar espacios y tiempos variables de presentación de la chola, por tanto, actos y/o acciones diferentes lo que nos conduce por identificar “fachadas personales variables” de la chola paceña.

Y es precisamente ésta, otra de las ideas la que debe de guiar esta investigación. Un sujeto social llega a realizar diferentes actos, acciones en un mismo espacio social o en diferentes contextos espaciales –“medios o escenarios”– pero en diferentes tiempos: esto quiere decir que en un determinado momento la persona llevara a cabo una acción específica diferente respecto otra acción que puede llevar a cabo en otro momento (respecto del tiempo): lo cual implica la presentación de una “fachada personal particular” para cada espacio social de desenvolvimiento respecto la actividad que tiene que llevar a cabo, en otras palabras: la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” presentaran dos o tres “fachadas personales” o más en diferentes espacios sociales y en diferentes tiempos y/o momentos de su vida, lo cual nos guiara por la problematización conceptual y empírica sobre como definir empírica y conceptualmente a la “chola paceña mestiza” y a la “chola paceña urbana”. Dos grupos sociales concretos que no concentraran toda nuestra atención, por que para fines de comprensión sobre qué es lo cualitativo de lo tradicional que poseen, también tendremos que dar, no un bosquejo si no, una definición también empírica y conceptual sobre cómo se concibe a la “chola circunstancial” y principalmente a la “chola paceña originaria”.
A manera de ejemplo la investigadora Peredo Beltrán reflexiona una situación importante, respecto nuestra idea anterior de espacios y tiempos diferentes de acción:
«...Aunque durante el trabajo la mayoría usan mandil y una gorra blanca en forma de boina, que de alguna forma las uniforma, existen diferencias visibles en cuanto a la indumentaria: entre aquellas cholas con puestos fijos es más frecuente el uso de joyas, vistosas polleras, mantas y sombreros de calidad en contraste con los atuendos más sencillos y humildes de las senteras o vendedoras ambulantes.»
Para la idea que nosotros queremos plantear, la idea de “espacios sociales diferentes de acción” (de trabajo) desde: una oficina particular dentro del GMLP; un programa de filmación; un aula en la universidad; un local de eventos sociales; un espacio festivo folklórico; un puesto de venta en el mercado; u otro espacio, implica la adopción de una “fachada personal” acorde al espacio y a la actividad en la que se halla implicado el sujeto. Lo cual no merma lo cualitativo de poseer una “habitus de chola paceña”, mas bien abre la posibilidad de adjudicar “fachadas personales variables” a un mismo sujeto social en diferentes contextos, en consecuencia diferentes “habitus”. Pero al mismo tiempo se problematiza el hecho de identificar exactamente la “ultima moda” en la vestimenta de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, sobre todo para el área urbana, o sea, ¿cuál de las “fachadas personales variables” posibles de presentación es la “última moda” de la vestimenta que presenta la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” en todos los “espacios sociales diferentes de acción” mencionados al principio del párrafo?, pero principalmente en las “instituciones laboralesprofesionales relevantes”.

Y precisamente una de las otras categorías que involucra una problemática conceptual en el tema de la vestimenta de la chola paceña, a saber, la palabra moda. Sin antes tomar en cuenta las consideraciones conceptuales que otros autores y/o investigadores sociales puedan tener respecto el término, nosotros pensamos, primeramente, que el término moda atañe problemáticas desde diferentes ángulos respecto a la “chola paceña mestiza” y a la “chola paceña urbana”.
El primero. La moda asociada, comprendida, con el tema estricto del material y los estilos y/o diseños de la vestimenta actual (ya en las últimas festividades folklóricas y posteriormente en la vida cotidiana o las “instituciones laborales-profesionales relevantes”) ropa con las que se viste la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, sea ésta adolescente joven o adulta. Una moda que fuera, independientemente, de comprenderla del gusto o “habitus” de quien la usa, la moda se pone a disposición en las mejores tiendas de traje de chola paceña, en otras palabras nos estamos refiriendo, hablando de la moda desde un punto de vista estéril, sin vida, únicamente la ropa como un objeto material, que hasta su adquisición no adquiere un significado simbólico.

La segunda consideración. Tiene que ver con el tema generacional de niñas, adolescentes, jóvenes y adultas  “cholas paceñas mestizas” y las “cholas paceñas urbanas”, que, asociadas al tema de la moda conlleva a otras consideraciones sobre la moda en su vestir. Cabe preguntarnos ¿es pertinente reflexionar sobre una moda para niñas cholitas, o una moda para adolescentes cholitas, de una moda para jóvenes cholitas, y en particular de una moda para cholas adultas? Y al mismo tiempo es pertinente hablar ¿de un “habitus” particular para cada una de estas etapas etarias? Si a este respecto consideramos en alguna parte de la investigación la distinción en la forma de referirse respecto su edad, a una chola y/o cholita respecto de otras, lo que al mismo tiempo, evidentemente, se traduce en el tema de la vestimenta, entonces es necesario hablar de distintas modas y de “habitus” respecto la etapa etaria en la que se halla una cholita o “chola paceña mestiza” y una “chola paceña urbana”. Esta segunda consideración tiene que ver básicamente con el tema de qué moda y/o cómo viste la chola paceña respecto un “habitus” incorporado en ella que difiere respecto cada etapa etaria, una situación muy distinta a la primera problemática, por que en este caso es el cuerpo vivo de la mujer (y propiamente el cuerpo de la mujer “chola paceña mestiza” y el cuerpo de la “chola paceña urbana”) junto a la vestimenta que generan una moda viva ( no yerma). Lo cual generaría, en palabras de Simmel, para el tema específico de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, respecto su etapa etaria, la:

«...ocasión a distinguirse, a subrayar la personalidad mediante un atuendo individual.»(Simmel, 1924: 91.)

La moda de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, un fenómeno multidimensional

Finalmente iniciamos las consideraciones respecto, uno, de los objetos específicos de análisis respecto la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, para concluir el entendimiento que se debe de tener sobre la última moda en la vestimenta y los otros elementos que se complementan.
Uno de los autores que problematiza la idea de moda es Jorge Simmel, en su texto FILOSOFÍA DE LA COQUETERÍA, FILOSOFÍA DE LA MODA, LO MASCULINO Y LO FEMENINO, EL ASA – LAS RUINAS, recalcando que, el primer deseo humano que tiene que ser destacado, para comenzar a hablar de la moda, es la imitación: una imitación que puede trascender significativamente cuando el sujeto le puede adjudicar un contenido simbólico particular (pudiéndose hablar a este respecto de un “hombre teleológico” según el autor), pero ese no es el caso, el caso es que el hombre imitador imita “porque los demás obran así” destaca Jorge Simmel. En este sentido la moda primeramente debe de ser entendida como algo general, que según el autor se reduce a un “mero ejemplo de una regla” pero que de todas formas crea diferenciación, distinción, aspectos que se acentúan principalmente en “la variación de sus contenidos”. Simmel a la par matiza que: la moda por otra parte es un signo de distinción para las clases sociales superiores, clases superiores que rehuyen usar X objeto de moda en el momento en la que las clases sociales inferiores inician su utilización: una moda que por tanto se convierte en un medio para generar “paridad con la capa superior” por parte de la clase social inferior, o demás, clases sociales.
Por otra parte Simmel señala que:

«...Del mismo modo, el marco de un cuadro da a la obra de arte el carácter de un todo unitario, orgánico, que forma un mundo por sí, y, a la par, actuando hacia fuera, rompe todas sus relaciones con el espacio en torno...» (Simmel, 1924: 62)

Para el tema de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” el único “marco” de referencia simplista y/o tradicional que la sociedad e instituciones sociales poseen, la cual al mismo tiempo las iguala a todas a un “mismo rango social en un determinado espacio y tiempo”, es la vestimenta, “marco” unívoco que en cierta medida va desapareciendo. Una vestimenta que es el principal medio por medio del cual, según lo comprendería Simmel, todas las mujeres (paceñas y no paceñas) en general adquieren “paridad” entre ellas, una “paridad” más destacada, más visible, en los momentos festivos y/o folklóricos: mujeres de vestido que se visten de “chola circunstancial”; “cholas paceñas urbanas” que son hijas de cholas campesinas y/o mujeres emigrantes del área rural; o “cholas paceñas originarias” del área rural que emigraron al área urbana, que luego se constituyen en “cholas paceñas mestizas”: son sometidas a un “mismo rango social en un determinado espacio y tiempo” solo a partir de la vestimenta. Pero más halla de la vestimenta existen otros contenidos que procuran signos de distinción en la “chola paceña mestiza” y su coetánea la “chola paceña urbana” (por que no debemos de olvidar que cada “obra de arte” consta de más peculiaridades en su interior como: el estilo artístico; la técnica utilizada; el mensaje que se quiere representar; etc.) pero para el caso de nuestro sujeto de investigación: los estudios realizados, el origen social, el espacio laboral relevante, etc., son los otros elementos de fondo que deben de procurar una nueva noción de referencia hacia la chola paceña, más sistémico, más innovado.
En resumen Jorge Simmel concluye señalando, como se habrá podido apreciar con todas las referencias que a él hacemos, la siguiente noción en concordancia con el autor Mario Margulis (ultimando inicialmente por una parte sobre el tema de la moda) que:


«La moda puede, aparentemente y en abstracto, recibir en sí cualquier contenido. Cualquiera forma concreta de traje, de arte, de maneras, de opiniones, puede ponerse de moda...»(Simmel, 1924: 114.)
«La moda no se limita a la vestimenta, consiste en una lógica temporal que regula los cambios y los reemplazos en las preferencias de los sujetos sociales. Es un fenómeno complejo que se manifiesta en muy diversas expresiones de la vida social, no puede reducirse únicamente al ornato indumentario, aunque sea éste el soporte con el que habitualmente se la suele asociar y también el ámbito en el que tuvo origen como patrón de conductas...»(Margulis, 2000: 134.)

Desde éstos puntos de vista es justo y necesario hablar de la moda de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, no en sentido estricto de la vestimenta, si no hablar de la moda de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” actual en términos –por una parte– de su vestimenta (como uno de los signos de su distinción); de la mano con la reivindicación cultural como sujeto social poseedora de un “habitus de chola paceña”; anexa a la posibilidad democrática de beneficiarse de la formación académica (del consumo académico de perspectivas teóricas y demás); finalmente vinculándose la posibilidad de situarse en “instituciones laborales-profesionales relevantes” (lo que refuerza y al mismo tiempo genera mayor legalidad a su existencia en el tiempo como sujeto socio-cultural). Toda ésta última referencia es de lo que se influye la“chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”. En resumen: en los últimos tiempos esta de moda que se continúe observando la vestimenta de la chola paceña, pero con sobre todo con aquellas mujeres que poseen –en cierta medida compartidos– los “habitus” correspondientes de una chola como tal, que logran continúan y acceden a la formación universitaria lo cual las catapulto a “instituciones laborales-profesionales relevantes”.
Podemos concluir hasta esta parte reflexionando la siguiente cita textual posterior a este párrafo que. La “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” al vestirse con la última indumentaria de moda –que a ella le compete– adjunto de un “habitus” tradicional y contemporáneo –que puede ser comprendido como una “competencia cultural adecuada”– como también tiene que ser comprendido como su acceso a los últimos conocimientos teórico-practico científicos, los cuales son posibles de ser utilizados en circunstancias concretas (como el trabajo o en sus relaciones sociales cotidianas informales) legitiman y perfeccionan más la condición de ser “chola paceña mestiza” y “chola paceña urbana”. En palabras de Margulis:

«La moda opera en el filo entre la legitimidad y la exclusión. Para emitir los mensajes apropiados se requiere poseer no sólo los recursos económicos necesarios, también hace falta –en cada contexto social– tener incorporada la competencia cultural adecuada, que permita emplear con pleno derecho esos bienes que se pueden adquirir de hecho. La moda requiere bienes y destrezas. Poseer los recursos no es suficiente, el sujeto de la moda debe también disponer de las habilidades y condiciones “aceptables” para que su mensaje sea eficaz.» (Margulis, 2000: 139.)
“Mensaje” que en definitiva seria la conceptualización de un NUEVO STATUS SOCIAL de la
“chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”

Por tanto, estamos hablando de una moda actual de la chola paceña en estos últimos tiempos (de un satélite natural más dotado de hermosura en el firmamento espacial) gracias a muchos hechos que confluyeron para que se genere tal distinción (debido a que coincidieron varias situaciones espaciales para que se genere tal notoriedad).
La segunda noción que debe de guiar la comprensión es, consiguientemente, que la moda:

«...Como tal está signada por la actualidad: se trata del constante predominio de lo reciente
sobre lo antiguo, del encumbramiento de lo novedoso sobre lo pasado. La moda afirma la
producción de diferencias...»(Margulis, 2000: 134.)

O como lo manifiesta Simmel:
«...del comienzo y del fin, del llegar y del irse. (...) el atractivo de un comienzo y un fin simultáneos, de la novedad y al mismo tiempo de la caducidad. (...) si no que es ella a un tiempo ser y no ser...»(Simmel, 1924: 79.)
Y es precisamente lo que sucede con el tema de la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana”, y la idea de lo nuevo versus lo viejo, ó, lo actual contra lo pasado que la “chola paceña mestiza” y la “chola paceña urbana” reproduce y produce en su manifestación socio-cultural.
La “chola paceña originaria” imbuida de un “habitus” tradicional que se reproduce y produce
en el área rural. La “chola paceña urbana” influida –como lo diría Peredo Beltrán de mayores
“códigos de la sociedad criolla” urbana– de “habitus” urbanos conocidos y manejados: una “chola paceña urbana” que nacida en la metrópoli pero siendo hija de una primera o segunda generación de emigrantes y/o cholas originarias continua reproduciendo y produciendo algunas peculiaridades originarias –superficiales– a la par de otras peculiaridades modernas, “chola paceña urbana” que en alguna medida puede ser identificada con las “cholas circunstanciales”.
Finalmente la “chola paceña mestiza” que combina y produce unos “habitus” urbano-rurales,
que conoce códigos culturales rurales y urbanos, utilizando bienes materiales urbanos y rurales, una “chola paceña mestiza” que tiene sus antecedentes en la “chola paceña originaria” que mediante la emigración del ámbito rural al ámbito urbano traslada todo un bagaje de “habitus” ancestrales. Una “chola paceña mestiza” que parecería lo más observable, lo más próximo en esa combinación dual: lo nuevo y lo viejo, ó, lo actual y lo pasado en desmedro de lo ancestral, según como lo aprecia Mario Margulis entre la paradoja viejo y nuevo:
«...Su carácter cambiante y su temporalidad fugaz expresan en la sociedad actual una tendencia profundamente antitradicionalista: prevalece la innovación y simultáneamente se desencanta y trivializa lo sacralizado por las costumbres. Por eso encuentra más obstáculos para su desarrollo –como fenómeno generalizado– en sociedades signadas por la tradición, en las que innovación es resistida.»(Margulis, 2000: 134.)



Unknown lunes, 23 de enero de 2012
La chola paceña icono de la festividad del Señor del Gran Poder
Shirley Rosario Delfín Romero, Daniel Fernández Escobar y Rolando Delfín Romero


La chola paceña se convierte en la síntesis de dos o más culturas es la heredera, el legado del
mestizaje. Tanto en la época colonial como en la época republicana el cholo difería en su posición tanto del indio como del español llegando a adoptar varias formas de la vestimenta de los europeos y la pollera es una adaptación de la indumentaria de la mujer española un poco o medianamente más corta que facilito tanto a la chola como a la campesina una mayor libertad de movimientos en su determinado tiempo. La fiesta como acontecimiento es una actividad social, el lugar del encuentro con el “otro” donde se edifica una identidad cultural común que cala hondamente en el alma popular, la chola paceña se prepara meses antes del festejo ya sea organizando todos los detalles en caso de ser preste de la fraternidad o como invitada que corresponde a su status que hace a ella, dando lugar a reuniones sociales donde se bebía y comía abundantemente. El impacto y el auge de las diferentes danzas de la fiesta del Gran Poder, cobra importancia por la presencia masiva femenina en las diferentes fraternidades y relacionada a su participación distinguimos a la chola paceña de la siguiente manera: 1. La Chola propiamente dicha 2. La Chola Paceña de antaño 3. La Chola paceña estilizada  4. la Chola paceña transformer.

Antecedentes
La acepción racial del término cholo como la mezcla de sangre de dos o más razas
(cruce del español con la india de América)  del que es producto el mestizo lleva  analizar
la  evolución y complejidad  del mestizaje en el tiempo  hasta nuestros días.
Las concepciones o diferenciaciones que se hacen de los términos “cholo” y “mestizo” 
de acuerdo a varios  autores nos dan  una referencia social del uso de estas palabras.  En
otros tiempos el término cholo refería al hijo no reconocido habido en una india americana por parte del español y mestizo  al hijo reconocido del español habido en una india
americana,  nacido dentro del matrimonio.
Hoy en la actualidad los términos de cholo y mestizo cobran significancia  ya que
ambos denotan biológicamente lo mismo,  pero difieren socialmente.
La influencia de la coyuntura política a través del tiempo ha hecho  que estos términos 
pasen de ser despectivos a  una incorporación de estatus social y económico
El término cholo especialmente aplicado al genero femenino  marca diferencias con
respecto a la vestimenta con la mujer de vestido, la chola como tal (mujer de pollera) fue
forjando con el tiempo determinado estatus  dejando en el espacio urbano de hoy a una
sociedad con distintos matices.
Desde las épocas   colonial y republicana la chola difería en su posición tanto del indio
como del español y la masiva migración de indígenas hacia las ciudades, en su mayoría mujeres hace que  ella se desenvuelva en cualquier trabajo por sacrificado que sea forjándose
paulatinamente un poder económico  así lo hace  conocer Antonio Paredes Candia en su
libro:“La Chola Boliviana”

Uno de lo espacios y gremios de apropiación de la chola paceña se dió en los tambos
mediante la transacción comercial con los campesinos de productos agropecuarios,  tanto
del altiplano  como de los  valles el tambo era el lugar de distribución de productos a los
diferentes puestos de venta  de los mercados públicos. Donde la chola  mostraba la habilidad
comercial y económica en las negociaciones, Antonio Paredes Candia menciona:
           
“… Cuando emprende un negocio tiene mucho sentido comercial, si puede monopolizar lo
hace y si el negocio suyo es pequeño es una excelente administradora, separa la venta de cada
producto sin juntar de dos. En esta forma elemental sabe en cual producto gana más…” 
Otra de las características  de la chola paceña es su religiosidad fruto del mestizaje
cultural. Antonio Paredes Candia cita:
“…el bendito ámbito de la religiosidad como ingrediente identificatorio de la chola (…)
y se vuelca  ante todo sobre devociones  concretas, surge con atributos incomparables la
devoción…”
Es así que su participación en los diferentes actos litúrgicos de la iglesia  católica como
también en los ritos y creencias autóctonas  de la religiosidad andina, como actividades
llegaran a ocupar un importante lugar en el espacio y tiempo  de la cultura  urbana de la
ciudad de La Paz.
La fiesta como actividad social se convierte en el espacio de encuentro con él ”otro” 
donde se edifica una identidad cultural común que cala hondamente en el alma popular
de la chola paceña que  prepara  meses antes del festejo  organizando todos los detalles en
caso de ser preste de la fraternidad o como  invitada correspondiente a  su status que hace
a ella, dando lugar a reuniones sociales donde se bebe y come  abundantemente. Antonio
Paredes Candia cita:
“… Le gusta  atesorar joyas  y gasta sin tasa ni medida cuando se trata de un festejo o es
preste en esos casos es hasta derrochona…”
El gasto de dinero  en las festividades  no solo se lo hace por devoción, sino que cuida
una serie de  detalles desde el local, bandas, orquestas, comida,  bebida, la misa, el regalo
de un manto al santo o virgen de su devoción, la cantidad de personas invitadas, lista de
conjuntos fraternos que harán a la festividad, etc, que serán sinónimo de prestigio y status 
una forma de capitalizar el poder económico   y social.

La festividad del Señor del Gran Poder
Es una celebración patronal del barrio de Ch´ijini al Cristo de los tres rostros, esta festividad con el pasar del  tiempo ha ido cobrando relevancia. En ese tiempo la zona cuyos
pobladores eran migrantes alternaban con ex hacendados y que paulatinamente con la revolución del 52, los terrenos fueron vendidos quedando la zona urbanizada donde tambos,
posadas y algunas casas de artesanos fueron cobrando importancia.
El movimiento económico fue creciendo en el barrio y en la actualidad se transformaron
en tiendas  comerciales,  almacenes de abarrotes  con la venta de diferentes productos,  se
observa comerciantes mayoristas y  minoristas, intermediarios y  puestos de venta de frutas, telas, tortas,  puestos de pescado, etc, toda esta dinámica e interacción comercial en exclusiva,  es encabezada por la mujer de pollera es así que Don Carlos Maldonado  indica:

“…Los tambos que existían en la zona, eran donde llegaban los vendedores de frutas de
Yungas y el altiplano los cuales formaron sus conjuntos  y fueron los primeros en darle
un aspecto de folklore y comparsa…“( entrevista de El  Diario suplemento ALBA, 16 de
Mayo de 2008).
Es así que la festividad del Señor del Gran Poder tiene su realce por el aporte de  los
artesanos, vecinos y en especial por el trabajo de la chola paceña que con el pasar del tiempo
ha fortalecido con su devoción, trabajo, poder económico y su singular personalidad a las
diferentes festividades.
El impacto y el auge de las diferentes danzas de la fiesta del Gran Poder,  cobra importancia por la presencia masiva femenina en las diferentes fraternidades  y   distinguiendo a
la chola paceña  en sus diferentes facetas de participación tenemos a:
La Chola propiamente dicha
La Chola Paceña de antaño
La Chola paceña estilizada
la Chola paceña transformer

La chola paceña propiamente dicha
Se caracteriza por haber llevado siempre la pollera  y dentro de sus fraternidades
conservan su  identidad y apariencia lo cual es notorio dentro de las tropas de cholitas 
que integran las 16 morenadas  mostrando elegancia y lujosidad de un alto costo en  la
indumentaria  desde zapatos, pollera, enaguas, blusa,  joyas, sombrero, manta,  todos ellos
de origen español aunque con el pasar del tiempo han sufrido algunos cambios,  a esta se
suman otra prendas de origen andino como el tupu, tullmas, faja y las trenzas  mostrando
su genio y figura de una forma simbólica, Antonio Paredes Candia la describe así:
“…Cuando la chola baila no lo hace mecánicamente sino,   poniendo en su danza el entusiasmo  la alegría de vivir, su alma. Ese momento es retozona, jacarandosa, picaresca. Para ella el baile es solaz. olvido de las penas (…) cuando escucha  nuestra música popular,
vibra de emoción y la siente suya, si baila lo hace cantando sentimentalmente la letra de
la pieza …“
Se conforman tropas de cholitas con  guías adelante que son las cholitas mas experimentadas y antiguas en la danza porque ya formaron parte de otras fraternidades en años
anteriores, las cuales son bastante requeridas ya que depende de ellas la organización coreográfica de la tropa de cholitas.
En los momentos de descanso que se dan durante la entrada,  es normal ver  grupos de
conversación de cholitas y como una muestra del poder económico, las mujeres realizan
cuantiosos gastos sacando del pecho sus bolsitas de donde extraen dinero  para comprar
cajas de cerveza es ahí en la fiesta donde sale a relucir el status social que tienen las mujeres,
es el espacio público de importancia donde las mujeres dan rienda suelta a su  alegría y
espontaneidad,   y gracias al consumo de bebidas alcohólicas quedan ebrias, dando paso a
un desahogo de reproches e increpaciones a sus parejas,  haciendo gala de su independencia
económica como las que “mantienen el hogar gracias al trabajo sacrificado que realizan”
por medio del comercio.
También debemos hacer notar que en las  diferentes agrupaciones folklóricas ellas  siguen
manteniendo  su identidad y se la reconoce fácilmente  por el uso característico de saber
llevar polleras, por ejemplo en los Doctorcitos Luminosos en Gran Poder, la mujer  de
pollera gana espacio, ya que en su vestimenta tanto la manta como el bluzón es sustituido
por la tradicional levita  negra, chaleco  chaqueta, guantes blancos, camisa de fiesta y el
tradicional bastón, pero  la pollera, los zapatos, las trenzas se mantienen igual tomando en
cuenta  que esta danza es una sátira de  ese entonces a los abogados.
Otro ejemplo en los pujllay Reyes Relámpagos de Santiago de Ojje gana espacio en
relación  al ajsu vestimenta originaria de tarabuco. La chola paceña adapta su vestimenta 
conservando la característica de  forma de la pollera.

La chola paceña de antaño

Personaje que rescata la antigüedad  de la chola paceña como símbolo del mestizaje,
mostrando los diferentes trajes de antaño con una  fuerte influencia del  barroco mestizo, 
cargado de adornos y encajes sombrero de fieltro blanco, blusa de seda, es como  lo describe
Emma Arazaes (La Chola Boliviana Antonio Paredes C.):
 “ … pollera de gros, una fina seda pesada de colores suaves, sobre una  enagua bordada ;
chaquetilla  de la misma seda, esta era una blusa ajustada al cuerpo con pliegues que armaban la cintura que luego se habrían suavemente sobre la pollera, cuello estilo cadete con
encaje, mangas fruncidas entre los hombros amplias para unirse a un puño que ajustaba la
muñeca indumentaria parecida a las damas de 1800 (…) sobre la chaquetilla llevaba una
manta llamada de pecho Sujeta a un costado por un alfiler grueso de oro llamado Tupu 
adornado con perlas(…) Sus pies calzados por botas de caña alta cuatro dedos debajo de la
rodilla ajustadas a las piernas confeccionadas en cabretilla o gamuza con abotonadura a los
costados o pasadores en la parte delantera (…) en la cabeza un bonito sombrero blanco
de paja fina, armado en sombrero hongo (…) las orejas adornadas con los tradicionales
faluchos de filigrana. Sus manos llevan en sus dedos anillos con rubíes y  esmeraldas y otras
piedras preciosas… “
               
La vestimenta de la chola paceña de antaño es representada por damas de vestido occidental que asumen este papel en bloques reducidos llamadas “ñaupa cholas “cuya indumentaria varia del antiguo, pero el esquema se mantiene lo que se requiere es rescatar en
su totalidad la esencia de la vestimenta y lujo de la chola paceña de antaño.

La Chola paceña estilizada

Figura estilizada de la mujer de pollera con más participación en las fraternidades de
morenadas y caporales este papel es asumida por señoritas en grupos de tres a cinco conocidas como figuras en las morenadas y bloques en los caporales,    se caracterizan por llevar
una pollera muy corta y una blusa escotada, en el caso de las figuras llevan botas que llegan
a sobrepasar los dos o tres centímetros de la  rodilla para arriba y el caso de los caporales
zapatillas de tacón, sombrero de copa baja.
Es una estilización de la vestimenta original de la chola y es donde   las modistas dan
rienda suelta a su creatividad, cada diseño es único especialmente en la blusa  y el bordado
de lentejuelas y piedras aplicadas al diseño mostrando un esplendor en los trajes que junto a los atributos femeninos se ve toda la sensualidad de la mujer que seduce a cualquier 
público. 

La chola Paceña Transformer

Denominativo que se da a la mujer de vestido  que en determinadas ocasiones especialmente fiestas se da por el uso de la pollera confundiéndose con la chola paceña como tal y
las vemos formando parte de las tropas de cholitas morenas del conjunto más representativo  que es la morenada y que de acuerdo al calendario folklórico paceño se presenta en las festividades religiosas de todo el año

Primeros prestes del gran poder
Como menciona Antonio Paredes Candia en su libro La Chola Boliviana, el mestizaje
era algo que caracterizaba al cholo que se hizo artesano en diferentes gremios y como tal
la chola paceña tenia y tiene un gran sentido de comercio y devoción y la forma como se
daba  a las fiestas religiosas por lo que podemos percibir que la chola paceña fue el eje  en
el cual giro la fiesta como organizadora, devota y participante de la festividad del Señor del
Gran Poder  es así que en una publicación del Periódico Presencia 1979 indica:
“… los primeros prestes se organizaron en el gremio de los bordadores (artesanos) que tenia
que ser un matrimonio encargado de organizar durante todo el año, por su propia cuenta
la participación de los diferentes conjuntos que por entonces era netamente autóctonas e
instrumentales…”

Conclusión
Este trabajo quiere hacer notar la presencia de la chola paceña dentro de la festividad
del Señor del Gran Poder como ese personaje que años atrás se mantuvo invisible pero que
fortaleció la  festividad con su trabajo, identidad cultural a través del tiempo con algunos
cambios pero que en la actualidad hace resaltar la festividad del Gran Poder.

Unknown domingo, 22 de enero de 2012
Wonder Chola (super cholita)
Después de Evo Morales, Bolivia vive la llegada de un nuevo héroe: esta vez mujer y chola. Nacida en una comunidad aymara, feroz enemiga de las injusticias y los políticos corruptos, pero también imperfecta, pícara y divertida, Súper Cholita batió los records de ventas para una historieta en el país y amenaza con saltar las fronteras en cualquier momento. En esta entrevista, Rolando Valdez –historietista ocasional y vendedor de mercado permanente–, padre de esta tira altiplánica cuya heroína es, además, la cara de la campaña que pide la extradición de un ex presidente.

* Por Nicolás G. Recoaro y Mariana Ruiz Romero

La cholada boliviana sigue creciendo y, desde hace dos años, hasta tiene una superheroína de sangre originaria que defiende los intereses populares. Lejos del arquetipo del comic globalizado, la tira Súper Cholita rescata la figura en alza de las mujeres de polleras del Altiplano, y la mixtura con los mitos andinos, las reivindicaciones políticas y la historia más reciente de Bolivia.

Con el gobierno de Evo Morales en su cuarto año de mandato –con cómodas posibilidades de conseguir un segundo período a partir de las elecciones de diciembre próximo–, el terreno ganado por los pueblos indígenas y mestizos del país ha ayudado a revalorizar las culturas originarias, además de abonar diversas facetas del arte boliviano contemporáneo, donde las historietas y los comics no han quedado al margen. Incorporando a personajes que se valen de las raíces andinas y los milenarios saberes ancestrales de las comunidades que pueblan Bolivia, algunos historietistas comenzaron a dejar de lado las influencias norteamericanas y japonesas, y ponen su foco en la realidad del país. ¿Una heroína ciento por ciento boliviana? Algo de eso hay. “Los tiempos cambian y los bolivianos tenemos tanto por hacer, y en mi trabajo como historietista decidí dejar de copiar a los europeos, a los americanos, a los japoneses y concentrarme en mi país, en nuestra realidad, en nuestras heroínas populares”, explica Rolando Valdez, el padre de la primera historieta boliviana protagonizada por una chola hecha y derecha. Hija bastarda del choque violento entre las culturas de damiselas europeas y campesinas indígenas del Altiplano, Súper Cholita devela con orgullo su estirpe híbrida, mix de manga pirateado amalgamado con el folklore de mercado y la mitología aymara y quechua.

Las voluptuosas cholas siguen ganando espacio en diferentes esferas de la realidad política, económica y cultural de país –lo que demuestra que el matriarcado boliviano está más vivo que nunca–, y esta nueva heroína lo deja en claro, conquistando lectores sin dejar de llevar bien puestas sus polleras.

POLLERAS INDUSTRIA NACIONAL
Creada por el guionista Rolando Valdez, un auxiliar de enfermería y comerciante que solía ganarse la vida vendiendo CD piratas en la feria popular de la empinada ciudad de El Alto, e ilustrada por Santos Callisaya y Gladys Castro, esta producción con ciertos aires de manga dejó el anonimato cuando se consagró ganadora del Primer Concurso de Historietas de la Sociedad Japonesa de La Paz, el año 2007. “El nacimiento de Súper Cholita fue casi un accidente. Un día se me vino a la cabeza la imagen de una cholita voladora, que intentaba apagar el incendio en la cocina de su casa. Desde ese momento comencé a pensar situaciones graciosas con esta heroína de pueblo”, dice Valdez mientras convida un mate de coca para evitar el apunamiento que regala la ciudad de La Paz y sus casi 4 mil metros de altura sobre el nivel del mar.

“Pensaba que de una buena vez había que crear una historieta protagonizada por alguien que tuviera que ver con nosotros, los bolivianos. Lo más parecido posible, con nuestra cultura e idiosincrasia. En aquel tiempo me contacté con un dibujante y le conté de mi proyecto de comic protagonizado por una cholita con superpoderes, y lo que le pedí fue que los dibujos representaran, en la forma más fiel posible, a la gente común de mi país: bajitos, gorditos, como somos nomás.” Así fue la génesis de la historieta de la heroína chola, con rasgos indios y picardía de mercado. “Eso sí, la idea desde un principio era tener a una mujer como protagonista, ya que está demostrado de lejos que es más inteligente y fuerte que el hombre.”

Súper Cholita viste como las mujeres indígenas de su tierra: polleras coloridas, siete enaguas y una mantilla con un sol inca bordado en su pecho. Tiene novio –por desgracia un policía–, es hija de una cholita y de un desconocido pepino –el tradicional payaso del carnaval de La Paz a quien en las bromas del occidente boliviano se le achaca la paternidad de cientos de niños– y ha obtenido sus poderes de las fuerzas andinas del templo sagrado de Tiwanaku. “Los primeros dibujos se dieron en un fanzine de bajo presupuesto, casi una fotocopia, y un buen día decidí presentarlo en el V Festival de Historieta Viñetas con Altura, donde fue un hit instantáneo. El premio de la Sociedad Japonesa vino después, y me permitió hacer una edición más completa, con tapa a colores, un lujo nunca antes logrado por una tira nacional”, aclara Valdez.

La tira de la súper chola se ha transformado en un auténtico suceso de ventas que promete saltar fronteras. Los balances parecen marcar ese rumbo: el primer número de la heroína chola tuvo una tirada de 500 ejemplares que volaron de los puestos de periódicos en pocos días, y el último número fue de 3 mil ejemplares, la mayor tirada para un comic en la historia de Bolivia.

PIRATAS DEL ALTIPLANO
En el primer número de Súper Cholita aparece el presidente Evo Morales solicitándole ayuda a la damisela, “para sacar el país adelante”. La heroína andina, asumiendo sus limitaciones, le retruca: “Lo siento, Evo, pero milagros no hago”. Desde entonces, la tira alcanzó siete números, varios de ellos por encargo de organizaciones con fines educativos, donde las andanzas de la cholita superpoderosa combinan mitos populares, combates a muerte con burócratas estatales, magistrales clases culinarias donde devela secretos para preparar típicos platos andinos como el chuño o las papas deshidratadas, y hasta educa sobre derechos y obligaciones de las empleadas domésticas, de las que se siente hermana y consejera. “La búsqueda de la Súper Cholita será siempre la justicia y equidad, pero también queremos que dé a conocer sobre los derechos de las mujeres trabajadoras e indígenas”, explica Valdez.

La idea de crear una historieta protagonizada por una cholita con ciertos aires de manga nipón –la influencia del mangaka Osamo Tezuka salta a la vista– también proviene de las largas horas que dedicó Valdez a la venta ambulante de animé en copias piratas. “Los historietistas bolivianos nos identificamos con el manga japonés porque allí siempre hay un chico tímido que quiere sobresalir, y la población paceña es un poco así, por eso el dibujo japonés cala mucho. Creo que por eso la Súper Cholita es como una persona normal, porque no sólo se ocupa de luchar contra el mal sino que también miente o roba, pero siempre trata de superarse. Súper Cholita no es un personaje perfecto, tiene mucho de picardía nacional, roba a la vendedora de papas y se justifica diciendo que a todos les ha llegado la crisis; es como nosotros, tiene mucho de diversión y mucho de heroína”, confiesa con una sonrisa pícara Valdez. Más boliviana que japonesa, la chola poderosa sabe conmoverse con las desventuras amorosas de sus vecinas y baila hasta perder el conocimiento en las fiestas populares, aunque eso signifique descuidar por unas horas su lucha en contra del mal.

“Pienso que Súper Cholita habla de los problemas que se ignoran muchas veces, y cuando me siento a inventar los guiones quiero que las personas no olviden lo que aqueja a la sociedad, porque creo que muchas veces no hay justicia y reina la impunidad. Somos pobres, vivimos en un país tercermundista y encima nos peleamos todo el tiempo. Eso para mí es la cherry de la torta, el ketchup de la papa”, explica Valdez. Sin embargo, y a diferencia de los héroes clásicos, Súper Cholita está muchas veces lejos de las virtudes bien pensantes y recupera ciertos saberes de la viveza popular andina: regatea en los mercados, habla cual suegra insatisfecha, es adicta a varios platos populares del Altiplano, disfruta sin prejuicios de su voluptuosidad y hasta suele coimear a los funcionarios públicos.

A pesar de no ser su única fuente de ingresos, en los últimos tiempos, escribir comics ha sido un auténtico descubrimiento para Valdez, y por eso ha decidido embarcarse en otros proyectos paralelos. “Ahora estoy preparando el Cuchi City, en homenaje a nuestro Chuquiago Marka –nombre aymara para denominar a La Paz– en su Bicentenario. Todos somos cerditos (khuchis en quechua): está la khuchi política, el khuchi alcalde, los khuchi policías. Lo pienso como un reflejo irónico de lo que somos.” Aun así, Valdez confiesa que las ventas de la tira aún no le dan para sobrevivir, al menos, hasta que su Súper Cholita sí haga el milagro de dejarlo vivir de sus historias.

Cuando se le pregunta al guionista acerca de las posibilidades de exportar a Súper Cholita, la respuesta encaja perfectamente con la filosofía de vida que aprendió durante sus días de vendedor callejero: “La piratería es una respuesta para acceder a la cultura; mi biblioteca no podría haberla armado sin comprar ediciones pirata, con lo que pagué por ella ahora sólo podría comprarme un libro de 20 dólares. Y si alguien quiere difundir Súper Cholita en el exterior, las puertas están abiertas. Yo le mando mis originales, no hay ningún problema, porque fundamentalmente me interesa que se conozca lo que tenemos que decir los bolivianos”.

NI OLVIDO NI PERDON
“Yo he visto la represión de cerca en mi barrio de El Alto y eso me ha marcado”, cuenta Valdez en referencia a la masacre que inspiró el último número de la tira. En la saga Súper Cholita vs. El Gringo Asesino y el Gringo Contraataca, su trabajo recrea los sangrientos días de la rebelión popular que en octubre de 2003 provocó la caída y el exilio en Estados Unidos del agringado presidente Gonzalo “Goni” Sánchez de Lozada –recordado por sus nefastos discursos públicos en spanglish–, a quien actualmente se le imputan las muertes de 63 personas, durante la sangrienta represión ordenada por su gobierno.

En sus dos últimos números, la heroína de polleras se enfrenta al ex presidente y a sus sanguinarios ministros, durante las protestas del Octubre Negro. En la batalla final de la primera entrega, Goni logra escapar al país del Norte con la ayuda del Tío Sam, y es en la segunda parte de esta saga donde Súper Cholita tendrá que enfrentarse a uno de los peores reductos del mal para el boliviano común: el Palacio de Justicia, representado ingeniosamente por una edificación de bloques de hielo donde se congelan las causas judiciales. “Fueron días muy tristes: la guerra por los recursos naturales, la represión de los militares. Recuerdo cuando la policía mató a una niña en El Alto y eso provocó que todo el pueblo se volcara a las calles a luchar por sus derechos. Eso fue algo que intenté reflejar en el último número de Súper Cholita”, explica Valdez, y aclara que también colabora en diversos proyectos de la Fundación Solón, una institución que lucha contra el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Nota tomada del suplemento Radar de Página 12. Fotos tomadas de internet.

Unknown martes, 10 de enero de 2012