La "cholita paceña" otras modas para lucir


Lejos del canon estético que imponen las afamadas pasarelas occidentales pero con igual belleza y garbo, un grupo de jóvenes aimaras lució en ese desfile las creaciones de tres diseñadores locales especializados en polleras y mantones, bombines y joyas, respectivamente.

Con el cabello recogido en trenzas al tradicional estilo de la mujer boliviana, estas modelos exhibieron, elegantes y coquetas, preciosos mantones de larguísimos flecos, algunos con suntuosos bordados y otros repletos de brillantes lentejuelas.

También lucieron a juego, y con bamboleantes movimientos de cadera, sus típicas polleras, donde no faltaron toques de "modernidad" con eléctricos tejidos en tonos fucsias, azules, plateados y dorados.

La investigadora Marianela Mercado, que ha estudiado la historia de la vestimenta "chola", explicó a Efe que "la pollera" debe su nombre a las jaulas donde se criaban pollos en Europa en el siglo XVIII.

Angostas de arriba, anchas de abajo y en forma de cono, las polleras semejan esas jaulas, aunque con el tiempo sus diseños han cambiando y perdido, a juicio de algunos "ortodoxos", la elegancia aristocrática que tenían a principios del siglo pasado.

EL BOMBÍN, TOQUE DE DISTINCIÓN DE LAS PACEÑAS.

Todas las modelos recorrieron la pasarela tocadas con la prenda por la que más se conoce a la "cholita" boliviana: el obligado bombín color café, en unos casos de copa alta, en otros baja y siempre ceñido con una badana de raso.

Aunque hay varias versiones sobre el uso del bombín entre la mujer paceña, la más extendida es la historia de un importador que a principios del siglo XX recibió por error una partida de sombreros color café en lugar de los negros que demandaba su clientela masculina.

Sin rechazarlos, el empresario los adornó para tentar la coquetería de las "cholitas", inaugurando un próspero negocio y dando paso al toque de distinción de las paceñas.

En el desfile celebrado en La Paz no faltaron las joyas, ya que el atuendo de chola se completa con vistosos broches -de oro siempre que el bolsillo lo permita- que se colocan en el sombrero y para cerrar los mantones.

En los pies nada de altos tacones, porque otra de las características de este atuendo son los zapatitos planos similares a las españolas manoletinas pero con adornos de fantasía en materiales dorados, plateados y transparentes.

Aunque parece una estética exclusivamente boliviana, la moda "chola" tiene sin embargo mercado exterior según confirmó a Efe Paulina Apaza, la diseñadora y empresaria cuyos mantones y polleras se exhibieron en este desfile.

Apaza, una típica "chola" paceña que trabaja desde los 12 años en la confección artesanal de este tipo de ropa, asegura vender mantas y polleras a Europa, Estados Unidos, México y Venezuela.

NUEVOS ROLES SOCIALES.

Al margen de la moda, Paulina Apaza es un claro ejemplo de cómo las "cholas" bolivianas asumen cada vez nuevos roles en el mundo empresarial, la política, el periodismo, el derecho o el deporte, sin perder su identidad indígena ni renunciar a su peculiar forma de vestir.

De hecho, las "cholas" bolivianas se han alejado de los estereotipos sobre la pasividad y la falta de modernidad comunes en la mujer indígena: muchas de ellas rechazan el paternalismo masculino y se han labrado su independencia económica.

Estas mujeres, según el sociólogo David Mendoza, constituyen "un matiz del mestizaje" en Bolivia donde hasta hace poco eran tratadas con un marcado racismo que, sin embargo, va remitiendo poco a poco en los últimos años.

"La chola de hoy tiene un reconocimiento social y una influencia política que se suma a la económica que siempre ha tenido. Ahora, la chola tiene un capital simbólico que crece porque la sociedad le da el lugar que corresponde", dijo Mendoza a Efe.

En La Paz, es más que habitual ver a estas mujeres en diversas actividades comerciales, en protestas sociales o cargando a sus hijos a las espaldas.

Con cariño, suele llamárseles "cholitas" para evitar cierto sesgo de discriminación que todavía tiene el término "chola" en La Paz donde aún se oye, aunque cada vez menos, en tono peyorativo.

Sin embargo, los cambios sociales y políticos que ha vivido Bolivia en los últimos años, de emergencia y conquistas indígenas con el triunfo político de Evo Morales, aimara e hijo de una "chola" del altiplano, contribuyeron, sin duda, a consolidar el avance de estas mujeres.

Es tal su pujanza simbólica que, según Mendoza, muchos paceños revisan su árbol genealógico para encontrar una "chola" en sus orígenes. También las "mujeres de vestido" (con ropas al estilo occidental) se disfrazan de "cholas" para alternar en festividades andinas.

Ejemplos del avance político son las ministras de Justicia, Celima Torrico; de Agricultura, Julia Ramos, la gobernadora de Chuquisaca, Savina Cuéllar, o la jueza Amalia Morales, además de senadoras y diputadas.

Ellas constituyen la avanzadilla de una generación de mujeres indígenas que tuvo como precursora a Remedios Loza, una sencilla comunicadora que a principios de los noventa saltó de los micrófonos de una radio popular a la política para llegar al Parlamento.

Hoy los canales de televisión contratan a reporteras "cholitas" que sacan ventaja de su lengua materna, el aimara o quechua, cuando una ministra o un ministro indígena hace declaraciones en su idioma, dejando "fuera de juego" a los reporteros monolingües.

Su habilidad para el comercio también es reconocida porque, según David Mendoza, controlan hasta un 60 por ciento de los negocios en sectores como la venta de alimentos en La Paz.

Y, sin duda, uno de los avances que sorprende a propios y extraños es su incursión en el deporte extremo de la lucha libre en la ciudad de El Alto o en la práctica del elitista golf, en la zona sur de La Paz, donde se concentran los barrios ricos de la capital política de Bolivia. EF-REPORTAJES.

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